Desde hace más de un siglo, el 8 de marzo es la fecha elegida para reivindicar el rol de las mujeres en las luchas de la clase trabajadora, mayormente invisibilizado por el relato histórico y mediático. Las condiciones de vida y trabajo de las mujeres han cambiado (y mucho) en los más de 100 años que lleva esta conmemoración, pero la estructura que ordena las relaciones de poder entre los géneros todavía es la misma, y por lo tanto la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades sigue vigente.
Es sabido que al día de hoy la brecha salarial ronda el 27% en promedio en todo el mundo, como también es sabido que las mujeres sufren acoso sexual en sus espacios de trabajo por parte de pares y superiores, y que además de las tareas específicas de su trabajo cargan con casi la totalidad de las tareas de cuidados y el trabajo doméstico no remunerado. Pero esos no son los únicos desafíos que enfrentan las mujeres trabajadoras.
En el gremio periodístico en particular, las trabajadoras de prensa también reclaman que el rol social de los medios de comunicación esté al servicio de estas luchas. Es necesario avanzar en una reivindicación que encabezan las periodistas y comunicadoras, que es la de una mayor perspectiva de género en los contenidos que se emiten, con el objetivo de desarmar los discursos basados en la cosificación, alentar un tratamiento responsable de las noticias que involucran a las mujeres y diversidades, y generar mayor difusión de aquellos contenidos que alientan la ampliación de derechos. Para que esta perspectiva sea real, se necesitan más mujeres en los espacios de toma de decisión editorial.
De acuerdo con el informe “Mujeres Periodistas y Salas de Redacción: avances, desafíos y recomendaciones para prevenir la violencia y luchar contra la discriminación” elaborado por la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión (RELE) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el número de mujeres dedicadas al periodismo creció en los últimos años. El reporte señala que en Argentina la mayoría de lxs estudiantes de las carreras de periodismo o comunicación son mujeres. A pesar de eso, solo el 30% de las personas que se desempeñan en los medios de comunicación son mujeres. En Brasil las mujeres sí son mayoría en el ejercicio de la profesión, pero apenas el 22% de las personas que lideran las redacciones o encabezan las transmisiones son mujeres. Algo similar sucede en Venezuela, donde el informe muestra que los varones ocupan la mayoría de puestos jerárquicos.
La violencia cotidiana que enfrentan las mujeres también se da en el ámbito laboral. De acuerdo al estudio realizado por la
Federación Internacional de Periodistas en 2017 sobre violencia basada en el género dentro de los medios de comunicación, la mitad de las mujeres periodistas ha sufrido agresiones de distinto tipo en sus trabajos, y si bien el 45% de los perpetradores son personas por fuera del espacio laboral, el 38% corresponde a jefes o superiores y el 17% a colegas. Más de la mitad de las mujeres encuestadas dijo haber recibido ataques verbales, 41% declaró haber sufrido abuso psicológico, el 37% fue víctima de acoso sexual, el 21% padeció abuso económico y el 11% recibió violencia física.
Una de las expresiones más extendidas de violencia patriarcal contra mujeres periodistas se da en internet. Según un
estudio realizado por UNESCO en 125 países, el 73% de las mujeres periodistas han sufrido algún tipo de violencia online que incluyen amenazas de violencia física, muerte y violencia sexual. El 20% de las encuestadas declaró que la hostilidad recibida en internet se ha traducido en agresiones offline. Este informe también revela que la hostilidad es mayor aún contra las trabajadoras de prensa que cubren temas como género, política y derechos humanos.
Pero estos números no pueden leerse aislados de una perspectiva interseccional: el racismo, el fanatismo religioso, la homofobia y la transfobia se cruzan con el sexismo y la misoginia y el resultado de ello es que las periodistas que padecen distintos tipos de discriminación al mismo tiempo son las que más expuestas están a la violencia. Las mujeres negras, indígenas, árabes y judías y las que son parte de la comunidad LGBTTIQ+ muestran las mayores tasas de odio online. Casi la mitad de las mujeres consultadas aseguró que fueron agredidas en ataques que parecían estar vinculados a campañas de desinformación, lo cual no sorprende al ver que las redes sociales en las que las mujeres periodistas reciben más violencia son Facebook y Twitter, conocidas por ser los vectores de circulación más utilizados para difundir noticias falsas pero también las más utilizadas por lxs comunicadorxs para difundir sus trabajos. Esta violencia tiene como resultado más inmediato la autocensura en redes (30% de las encuestadas).
En nuestra región, según el informe
"Ser periodista En Twitter. Violencia de género digital en América Latina”, al comparar las agresiones online que reciben varones respecto de sus pares mujeres, las trabajadoras de prensa reciben un 10% más de menciones que ponen en duda su capacidad intelectual, un 20% más de expresiones sexistas y un 30% más de comentarios sobre su apariencia física. Los resultados de una encuesta sobre acoso online realizada recientemente por la Federación Internacional de Periodistas muestran que dos tercios de lxs encuestadxs afirman que el acoso en línea no es una prioridad para su empresa de comunicación, mientras que el 44% dijo que el tema ni siquiera se discutía. Sólo una quinta parte de lxs encuestadxs afirmó que su medio de comunicación tenga un protocolo o mecanismo que permita a las mujeres periodistas y a lxs trabajadorxs de los medios de comunicación denunciar los abusos online y recibir apoyo y protección. El apoyo otorgado por las organizaciones de medios, cuando existe, consiste principalmente en asistencia legal, apoyo público, acceso a espacios seguros y personal de apoyo capacitado y asesoramiento.
Detrás de las cifras, lo que se evidencia es la falta de herramientas de las trabajadoras en general y de las periodistas en particular para enfrentar de forma efectiva la violencia que sufren en el contexto laboral y de los espacios de trabajo para prevenirla. Si bien el problema de la violencia patriarcal es estructural, se han desarrollado instrumentos que establecen protocolos para abordarla, y ese es el caso del Convenio 190 y la recomendación 206 sobre la Eliminación de la Violencia y el Acoso en el mundo del Trabajo, de la Organización Internacional del Trabajo. En América Latina y el Caribe, sólo siete países han ratificado el Convenio 190: Antigua y Barbuda, Argentina, Ecuador, El Salvador, México, Perú y Uruguay.
Tres mujeres periodistas fueron asesinadas en México en 2022 por cubrir temas vinculados con el narcotráfico y la corrupción. En el cierre del 2022, así como el comienzo de 2023, diversos países de la región registraron situaciones de alta conflictividad social, y muchas mujeres periodistas estuvieron la primera línea para cubrir los hechos. En el resto del mundo, lo mismo sucede con aquellas colegas que arriesgan su vida para informar sobre los conflictos armados, y un claro ejemplo de esto fue el de Shireen Abu Akhle, periodista palestina asesinada por el ejército israelí. En el marco de este Día de la Mujer Trabajadora, la Federación Internacional de Periodistas
decidió poner el foco en las trabajadoras que cubren conflictos en todo el mundo y las condiciones de precariedad en las que realizan su trabajo. La falta de elementos básicos de protección y de medidas de seguridad en las empresas para las que trabajan, el riesgo de ser agredidas por el hecho de ser mujeres y el peligro de ser detenidas por las fuerzas de seguridad son algunas de las problemáticas abordadas este año.
En este Día Internacional de la Mujer Trabajadora, desde la Federación Internacional de Periodistas exigimos que las demandas de las mujeres en general y de nuestras colegas en particular dejen de ser ignoradas y se conviertan en políticas reales y medidas de carácter estructural que garanticen mayor igualdad. Las violencias que padecen las trabajadoras de prensa, amplificadas por el acoso online y las dificultades para el acceso a condiciones de trabajo dignas y remuneraciones justas, deben ser abordadas no solo por las mismas periodistas sino por las organizaciones en su conjunto, que deben incorporar a más mujeres en sus conducciones para fortalecer la herramienta gremial. En este sentido, el rol determinante de las mujeres en el mundo del trabajo y en los medios de comunicación debe ser reconocido no solo salarialmente sino con un acceso igualitario a los espacios de tomas de decisión. Se necesitan más mujeres allí donde se define la línea editorial, donde se decide qué lugar se le otorga a las problemáticas y reivindicaciones de mujeres y diversidades, y en donde se decide la incorporación de nuevas trabajadoras a las redacciones, emisoras y canales. La igualdad se construye colectivamente y con mujeres al frente. No puede haber libertad de expresión sin igualdad de género.