"¡Cómo se te ocurrió ser mujer! Ya no vas a poder trabajar como periodista. Olvídate de que tus experiencias laborales sigan creciendo porque ya no. El Perú no está preparado para periodistas trans", le dijeron unos excompañeros de trabajo a la periodista Gianna Camacho. Era 2017, en ese entonces, ella estaba por cumplir los 30 y acababa de hacer su transición de identidad. Hasta ese momento, había acumulado bastante experiencia profesional tras graduarse en la universidad como alumna destacada. Su carrera periodística era prometedora, pero todo se desvaneció al hacer visible su identidad como mujer trans.
“Pensé en mi carrera, vi como todo se esfumaba. Llamé a conductores y productores que conocía para preguntar por trabajo. Uno de ellos me concedió una entrevista ya que necesitaban cubrir una vacante con urgencia, pero en cuanto me vio, de pronto, ya no había presupuesto para contratarme”, recuerda Gianna. Lo que sus excolegas auguraron se estaba cumpliendo. En el mundo periodístico, no había espacios laborales dispuestos a contratar a una periodista trans, por más experiencia profesional y récord académico que tuviera. La transfobia de los medios de comunicación pesaba más que toda su carrera.
La historia de Gianna no es un hecho aislado. Como ella, varias y varios periodistas LGBTIQ+ ven su desarrollo profesional truncado debido a la homofobia y transfobia presente en los medios de comunicación. Si de diversidad sexogenérica se trata, la presencia de profesionales LGBTIQ+ es casi nula o, mejor dicho, invisible. No es que no haya periodistas LGBTIQ+ en los medios de comunicación, de hecho, sí están, solo que no cuentan con un espacio laboral seguro en el que puedan expresar sus identidades con libertad. Y si lo hacen, probablemente comiencen a encontrar obstáculos en su camino para seguir ejerciendo la profesión. Tal como le sucedió a Gianna.
En 2020, una encuesta realizada por la Asociación Nacional de Periodistas del Perú (ANP) a 100 periodistas de todo el país, evidenció que de los 29 profesionales que se identificaban como parte de la comunidad LGBTIQ+, el 63% había sido víctima de gestos o comentarios ofensivos por su orientación sexual o identidad de género. En consecuencia, las y los periodistas que son parte de la diversidad sexual no tienen otra opción más que la de aparentar ser personas heterosexuales o cisgéneros para no recibir más violencia por parte de sus colegas.
Esta es una realidad que debería interpelar a todas y todos quienes trabajamos en el mundo del periodismo. ¿Cuánto talento y capacidad periodística se está rechazando o impidiendo desarrollar debido a la homofobia y la transfobia? ¿Qué estamos haciendo para que nuestros propios medios de comunicación sean realmente seguros y diversos? El periodismo aliado de los derechos humanos no solo cubre noticias LGBTIQ+ durante un mes del año, sino que se preocupa por plasmar ese compromiso en acciones a favor de la diversidad en el interior de sus redacciones. Dichas acciones van desde contratar a periodistas con orientaciones sexuales e identidades de género diversas, hasta establecer protocolos para garantizar espacios laborales libres de violencia.
Sin embargo, casi nada de esto se cumple. De acuerdo con la encuesta realizada por la ANP, más del 70% de los medios de comunicación donde trabajan los periodistas encuestados no cuentan con ningún protocolo para prevenir o sancionar las agresiones contra periodistas LGBTIQ+. Pero no solo la implementación de estos mecanismos es importante, también es necesario tomar conciencia de que las vidas de las personas LGBTIQ+ es tan importante y valiosa como la de cualquier otra persona. Esto es algo que se debería dar por sentado, pero el día a día nos demuestra que las vidas LGBTIQ+ son infravaloradas.
Ya es hora de que cuando las palabras ‘LGBTIQ+’ y ‘periodismo’ se junten, signifiquen más que solo cobertura periodística especializada. El periodismo LGBTIQ+ es parte de los medios de comunicación, son las y los periodistas que hacen a los medios crecer y que también merecen condiciones dignas de trabajo para fortalecer su carrera sin el temor constante de ver su futuro truncado por ser quienes son, tal como le pasó a Gianna. En su caso, ella ha podido seguir trabajando como comunicadora, visibilizando las problemáticas de las mujeres trans peruanas. Para lograrlo tuvo que recorrer a su capacidad de resiliencia, fortalecerse a ella misma y continuar, a pesar de los obstáculos.
Sin embargo, lo que debería suceder es que ninguna ni ningún otro periodista LGBTIQ+ sienta que debe demostrar que merece un lugar en el mundo periodístico por no ser heterosexual o cisgénero. Las y los periodistas LGBTIQ+ también somos parte de los medios de comunicación y a través de nuestros trabajos existimos y resistimos.
Graciela Tiburcio Loayza es periodista feminista peruana especializada en género y derechos humanos, y miembro de la Asociación Nacional de Periodistas (ANP) del Perú. Es Activista bisexual y expresidenta de Amnistía Internacional Perú. Este artículo pertenece a una serie de artículos comisionados por la FIP para conmemorar el Mes del Orgullo y amplificar las voces de periodistas y sindicalistas LGBTI+ de diferentes regiones del mundo, que con demasiada frecuencia no son escuchadas. Los derechos LGBTI+ son una cuestión sindical.