La periodista Griselda Blanco fue encontrada muerta este sábado en su casa de la provincia de Corrientes. Aunque en un principio las autoridades afirmaron que podía tratarse de un suicidio, rápidamente esa versión fue descartada y se comenzó a investigar el caso como homicidio. Esto llevó a la detención de su pareja, pero la familia de la comunicadora insistió en que se tenga en cuenta la labor periodística de Blanco como posible motivación, dado que había recibido amenazas recientemente. En una de sus últimas transmisiones en vivo en redes sociales, había señalado a un comisario de la Policía de Corrientes por un caso de acoso sexual.
En declaraciones a la agencia nacional de noticias Télam, uno de los hijos de la periodista aseguró que su madre le había dejado instrucciones de comunicarse con una abogada en caso de que le sucediera algo. También denunció que Blanco tenía dos teléfonos celulares, y que el que utilizaba para trabajar no fue hallado en la casa.
Griselda Blanco, de 45 años, trabajaba en una radio local y utilizaba las redes sociales para hacer transmisiones sobre temas periodísticos de la zona. Recientemente, además de evidenciar un caso de acoso dentro de la policía provincial, también había denunciado una presunta mala praxis en el hospital civil Fernando Irastorza de Curuzú Cuatiá.
La Asociación de Periodistas de Corrientes (APC), organización sindical a la que estaba afiliada la comunicadora, se encuentra en el lugar siguiendo los avances de la investigación. “Nuestro compañero Atilio Ramírez, secretario general de APC y dirigente de FATPREN se encuentra presente en Curuzú Cuatiá, reclamando por el urgente avance de la investigación”, afirmó Carla Gaudensi, secretaria general de FATPREN, en redes sociales. También destacó: “las amenazas y las violencias que sufrimos las trabajadoras de prensa no son aisladas y deben ser escuchadas”. “Exigimos justicia y un pronto esclarecimiento por el crimen de la compañera Griselda Blanco, afiliada al APC, que hasta el día previo hizo denuncias periodísticas sobre casos vinculados al poder político y policial”, concluyó Gaudensi.
La
violencia contra mujeres periodistas no es una problemática nueva y es una realidad que afecta a las trabajadoras de medios de comunicación de todo el mundo. Una de las formas de agresión más extendida en la región son los ataques online, que en muchos casos son la antesala de la violencia verbal y física. Días atrás, la periodista argentina Luciana Peker dio a conocer una denuncia que interpuso por amenazas sistemáticas y organizadas que recibe por su trabajo como periodista feminista que da cobertura a casos de violencia de género. En esa denuncia, afirma que estas amenazas no provienen de “haters”, sino que hay involucrada una estructura creada y financiada para amedrentar a las trabajadoras de prensa que se dedican a abordar géneros y feminismo, y en particular a aquellas que hablan sobre casos de violencia.
La Federación Internacional de Periodistas repudia el asesinato de la colega Griselda Blanco y exige una investigación urgente que esclarezca lo sucedido y que contemple la labor periodística como posible motivación para el crimen. Tal como lo evidencian el asesinato de Griselda Blanco y la denuncia de Luciana Peker, la violencia contra las trabajadoras de prensa es una problemática en pleno crecimiento en toda la región y debe ser abordada desde los Estados para garantizar la libertad de expresión y el derecho a la información.