El 8 de septiembre se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de lxs Periodistas, en homenaje al checo
Julius Fučík, quien desde las cárceles del régimen Nazi elaboró su obra póstuma Reportaje al pie de la horca, en la que daba testimonio de la resistencia ante la barbarie y de la esperanza en la victoria de quienes defendían la humanidad.
En América Latina los ejemplos de colegas que desde su trabajo resisten y contribuyen a la lucha por una sociedad y una vida dignas reflejan ese espíritu, aún en las peores adversidades.
En Perú este 2025 ha traído nuevamente dos casos de asesinatos de periodistas después de casi una década sin tener que lamentar este tipo de situaciones. Se trata de los colegas
Gastón Medina y
Raúl Celis López, quienes han sufrido la forma más extrema de una creciente agresividad contra la prensa, que se refleja en el aumento de las amenazas con motivo del trabajo y las investigaciones periodísticas, con preocupantes relaciones con agentes del Estado en algunos casos.
México en lo que va del siglo XXI es uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo, y el más riesgoso de América Latina. La compleja trama de grupos del crimen organizado más su vinculación con agentes de las fuerzas de seguridad hace que lxs periodistas cuenten decenas de colegas asesinadxs y desaparecidxs desde el año 2000. Este 2025 ya se contabilizan 7 víctimas fatales para el gremio de prensa.
Colombia debió sumar este año a
Óscar Gómez Agudelo a su largo listado de víctimas fatales en el periodismo. Vale retomar lo que destacó en 2024 el informe de la Defensoría del Pueblo de Colombia sobre vulneraciones a los derechos humanos de trabajadorxs de medios de comunicación, que mostró que el 86% de los casos de violencia contra periodistas registrados entre 1977 y 2020 permanecen impunes.
En aquellos países en que el crimen organizado o grupos armados irregulares incluyen a la prensa entre sus objetivos, el riesgo es especialmente marcado para quienes trabajan en pequeñas comunidades, medios locales o autogestionando su trabajo, como se evidencia en la gran mayoría de las víctimas.
En Argentina, el gobierno de Javier Milei ha hecho de la violencia policial contra lxs colegas una constante en cada cobertura de protestas sociales. Además, intentó sin éxito llevar al banquillo de los acusados a diferentes comunicadores y
busca censurar la difusión de posibles casos de corrupción revelados a través del trabajo periodistico.
En Venezuela, los numerosos casos de trabajadorxs de prensa detenidxs mientras realizan su trabajo dan cuenta de la arbitrariedad de las fuerzas de seguridad, especialmente el caso de
Rory Branker, quien lleva más de 6 meses desde su arresto sin que se esclarezca su paradero ni los motivos de su detención. Es responsabilidad del Estado aclarar su situación, garantizar su integridad física y su derecho al trabajo.
Ninguna conmemoración estaría completa este 8 de septiembre sin mencionar, desde cualquier rincón del mundo, a lxs 221
periodistas asesinadxs en Gaza, y a todxs lxs trabajadorxs de prensa palestinxs que enfrentan asesinatos, cercenamiento a sus derechos laborales y humanos y censura, situaciones que han empeorado drásticamente desde octubre de 2023. Cada unx de ellxs ha puesto el compromiso con la verdad en un nuevo estándar histórico para toda la humanidad.
Recordar el ejemplo de Julius Fučík cada 8 de septiembre no sólo es una lección histórica, sino un llamado a proteger la libertad de expresión ante las amenazas, el hostigamiento judicial, así como los intentos de censura y de silenciar el genocidio en Gaza. Es validar en el presente el legado de quienes nos antecedieron, manteniendose firmes ante la adversidad y sabiendo que la solidaridad entre lxs trabajadorxs es nuestra principal fortaleza en todo el mundo.